Desde niña ya intuía que la vida se extendía más allá de los latidos de mi corazón físico, llevándome a buscar respuestas a tantas dudas e inquietudes. Tras 25 años de estudio, investigación y experiencias vividas, aprendí a relacionarme con mis emociones, a resolver los conflictos internos y externos. Y también a saber que el dolor, no estaba ahí para castigarme ni para arrastrarlo de por vida. Estaba para ser solucionado y sanado.
Mi formación estuvo guiada por profesores y maestros que además de títulos me ayudaron a sacar lo mejor de mí misma y a encontrar el propósito de mi vida. Cuando llegué a este punto, supe que podía ayudar a otras personas. Ofrecerles una guía concreta y práctica para que pudieran encontrar el lugar donde residen la sanación, las respuestas y la consciencia. Ese lugar es, sin duda, el centro de uno mismo.